Anusara: mi experiencia como estudiante y practicante

Por Chiara Amati

Estudiante de formación de profesores de Anusara

 

 

 

Descubrí Anusara casi por accidente.

La primera en hablarme sobre este estilo, desconocida para mí en ese momento, fue mi amiga Chiara (ahora maestra de Anusara Elements) un día por teléfono. Acababa de obtener mi primera certificación para enseñar yoga, pero no estaba satisfecho. Me sentía algo incompleto y decidí escribir y obtener información.  Laura Casini fue la primera persona con la que me relacioné. Fue muy amable y me gustó su tranquila franqueza.  También pude experimentar mis primeras lecciones de Anusara en el sitio web de Yogare. Una cosa que me gustó de inmediato fue la importancia que se le daba a las alineaciones: para mí, todavía un principiante en ese momento, era como ser guiado paso a paso hacia la posición de una manera tan serena y sencilla que me hacía sentir seguro aunque hubiera no había maestro para ayudarme. Así, en 2016 me embarqué en este largo viaje participando en la Inmersión. Conocí a dos grandes profesoras, Alessandra Di Prampero y Andrea Boni. Sin duda fue un entrenamiento exigente, pero me dejó mucho.

No pude progresar con las siguientes 100 horas porque me encontré embarazada y tuve que tomarme un descanso. En retrospectiva, fue una decisión acertada: Anusara, el sistema, la preparación de los profesores, me había abierto un mundo, un mundo para el que, sin embargo, no estaba preparado en ese momento. Hubiera tenido que esperar dos años, aunque seguí en contacto con compañeros compañeros y profesores; además, el estudio de la metodología Anusara continuó gracias a algunos talleres y conferencias disponibles.

Finalmente, en 2019 comenzó la nueva Formación Docente, en la que participé con ilusión, convencido de llenar varias dudas y lagunas de una vez por todas.  El grupo de mujeres que me acogió es pequeño pero animado. Hay una energía maravillosa. Me siento bienvenido. Siento que no soy solo un nombre. Alessandra y Laura están presentes, tanto durante el entrenamiento como fuera de él. Se forma una comunidad que se nutre de la estima y el respeto.

Respeto, sobre todo. Nunca como en Anusara había sentido un respeto tan profundo por la persona, ya fuera estudiante o maestro. En Anusara, el respeto es una cualidad muy importante: se respetan las necesidades del cuerpo y la mente, la dignidad y los tiempos del aprendiz. En Anusara me sentí animada, pero también comprendida y envuelta en un amor cálido y luminoso.

No puedo negar que el entrenamiento, incluso más que la inmersión, requiere presencia y sacrificio. Hay que trabajar duro, hay muchas cosas que estudiar y comprender y se necesita paciencia y disciplina. Sin embargo, y es un placer repetirlo, los profesores de formación siempre han estado presentes. Y paciente.

También hay que decir que la formación del año 2019-2020 fue especialmente delicada, debido a la epidemia provocada por el virus covid-19. Tuvimos que suspender en marzo y reanudar (afortunadamente) en junio y julio para terminar en septiembre. Los meses de la pandemia han sido realmente duros. Pero incluso en esta delicada situación, la comunidad de Anusara ha podido envolvernos en un cálido abrazo y apoyarnos. Tuvimos la oportunidad de estar conectados incluso de forma remota gracias a la plataforma Zoom, vernos, hablar, practicar. Fue hermoso, aunque difícil. Lo que más me conmovió (y me sigue moviendo cuando lo pienso) es el apoyo. Es un soporte fuerte, discreto y presente. El principio mismo de Anusara se basa precisamente en esta presencia amorosa.

Anusara es presencia y gracia. Anusara es luz en la oscuridad, es amor en tristeza, Anusara es un amigo que llora contigo y luego te ayuda a (re) encontrar esa fuente donde puedes sacar nuevas fuerzas. Anusara, repito, es presencia en el amor.

Aparte de eso, como profesor me siento más competente. Los Principios Universales de Alineación (UPA) me han llevado a ser más consciente y respetuoso. Como persona siempre con la cabeza en el cielo, he podido reordenar mis pensamientos y seguir un hilo conductor que, aunque lógico, todavía me ha dejado mucha libertad.  Tener una metodología precisa que aún deje un amplio espacio para la individualidad es otra de las valiosas fortalezas de Anusara.

Por supuesto, hay que hacer mucha - mucha - práctica para perfeccionar todo, pero las herramientas que proporciona la formación, además de la presencia constante de formadores de profesores, ya constituyen un punto de partida sólido. Con amor e integridad, abrazando fuertemente los Principios, y con la convicción de que la luz de Anusara tiene la capacidad de iluminar cada crisis, cada mal momento, miedo, cansancio, sé que puedo seguir adelante y nunca sentirme solo.

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